Bárbara

ISBN-13: 978-84-16797-05-9

ISBN-E-Book: 978-84-16797-06-6

EDITORIAL: Bohodón Ediciones

 

Sinopsis:

Bárbara es el delirio de su madre, que vive por ella, para ella y a través de ella. Pero Bárbara no es una adolescente corriente, siempre ha sido una niña distinta y lo ha demostrado en todos los ámbitos. Su fuerte lucha por una vida intensa e inusual, lejos de cualquier sometimiento convencional la arrastra sin piedad a la tragedia.

El profundo conocimiento de la autora del mundo docente y su habilidad narradora hacen que cualquier lector puede verse recorriendo los pasillos de su colegio, en el papel de alumno o de profesor, e incluso de director, porque el colegio San José refleja a todos nuestros centros educativos. Y también el lector se identificará fácilmente con alguno de los miembros de la familia protagonista, porque el mal, a veces compañero de la ternura, puede esconderse en los rincones de cualquiera de nuestros hogares.

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Fragmentos del libro:

Bárbara  tiene dieciséis años y busca una vida intensa, diferente a la real. Siempre ha sido una niña distinta, sus profesores lo saben:

—Ya, pero es que Bárbara… Me contó una historia tremenda: que su madre no le quería comprar el material y bueno…, pero como traía en su cartera una caja de lápices nuevos, entonces me dijo que es que se los miraba todos los días y que le pegaba si los gastaba.

―¡Por Dios!

―No era fácil de creer, pero si la viera usted… si la vieras, cómo hipaba, el disgusto que tenía, que aquel sofoco no era normal, así que llamé a la madre.

―¿Y?

―Pues que era todo mentira. La madre, una bendita, la verdad. Toda su preocupación era que la niña no se viera descubierta y no sufriera.

 

La madre también sabe que su hija es especial, pero no acierta a educarla. Tampoco es fácil:

Este último curso Bárbara me dio muchos disgustos, ésa es la verdad. Es muy largo de explicar. Es que no alcanzo a encontrar ese principio para empezar. Antes sí, algunas veces me han llamado los profesores para comunicarme alguna trastada, nada importante, cosas de niñas, sobre todo de la imaginación desatada de mi hija, pero este curso pasado fue peor porque faltaba a clase. Hay que ver, qué avispada fue la tutora, que enseguida me llamó y antes de que yo pudiera reaccionar, ya me había sacado que yo no había firmado ninguna autorización. Desde luego que intenté cubrirla, pero es que la mujer aquella, que parecía que no se enteraba de nada, pero que no se le escapaba una… iba a pillarla.

 

Y tampoco el padre ayuda…

Yo me iba tímida, al recibidor, pero él se limitaba a quitarse el abrigo, o la chaqueta, que quedaba colgada en la percha, sin mirarme siquiera, murmuraba un «qué hay» y me rebasaba, me dejaba a un lado como a un trasto que estorba, para irse de frente al sofá, o al cuarto de baño, o al dormitorio. Acudía a comer cuando le llamaba, se sentaba, engullía, se volvía a ir y mientras tanto, yo escudriñaba su cara, sus manos, procurando que mi madre no se diera cuenta, desde luego, que después me lo echaba en cara, que le miraba como el perro al amo, pero aunque yo habría dado los dedos de la mano por una caricia, aunque fuese la de un amo a su perro, a mí sólo me llegaba aquel silencio indiferente.

 

La directora   es una buena mujer que se sabe de memoria el evangelio de Lucas y que trata de enderezar el desastre de colegio que se encuentra. La historia de Bárbara la conmociona:

Sor Dolores acaba de apoyar su propio dedo en otra de las llagas que le quitan el sueño. Ha hecho el recuento, y le sobran nueve chiquitines. ¿Cómo va a conseguir acomodarlos el año próximo? Alberga cierta esperanza en la benevolencia del inspector, pero sabe que no será fácil. ¿Cómo va a enfrentarse a nueve familias para rechazarles a sus hijos? ¿Con qué criterio? Son muchas bocas difamando al colegio. Si no fuera por la costumbre de los buenos modales, maldeciría la desidia de sor María. Se ha olvidado hasta de Bárbara, cuya imagen la persigue como una obsesión.

 

En realidad, aún siendo Bárbara un ser muy especial, y justo por eso, es sor Dolores quien llega a comprender la situación, hasta cierto punto:

Cada una de esas criaturas es un mundo aparte, y algunos de esos mundos son… ¿Y se puede hacer algo? ¿Se puede hacer más? Entre la docencia aséptica y el entrometimiento hay muchos escalones. Apenas la conocía, no le di clase y yo acababa de llegar, pero los profesores sí, todos sabían de qué pie cojeaba… o no, a lo mejor nadie llegó a saberlo del todo… Me hubiese gustado hablar con ella, aún sabiendo que el porcentaje de invención en sus palabras era tan elevado. Me apostaría el cuello a que su primera carencia era afectiva. Las historias que se cuentan de ella huelen a eso, a llamada de atención, o sea, falta de cariño. Habrá sufrido mucho, hasta convertirse en el ser egoísta de su colorida agenda. No hay disculpas, hemos fracasado con Bárbara. Su familia y también el colegio.

 

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