Eva Barro

Escritora

Eva Barro

¡Bienvenidos!

Bienvenidos a este pequeño rincón tecnológico que se me ha habilitado dentro del mundo global de la comunicación que, confieso, en la mayoría de sus aspectos me resulta críptico.  Hoy los hados tienen diez dedos sobre un teclado, conectan sus poderes con los fríos componentes de un ordenador, qué digo, de todos los ordenadores de la Tierra, y hacen milagros. Todo mi agradecimiento a los semidioses de la informática, sobre todo, a uno de ellos, al que ha conseguido que también mis manos, y mis ojos, y mis palabras, sobre todo, mi entendimiento, fuera capaz de entrar aquí, de pasearse, aunque casi a ciegas, por las redes, para deciros a todos vosotros, seguidores, amigos,  lectores, curiosos, y aquellos que por casualidad o por error habéis recalado en mi hogar literario, que sois acogidos con afecto.

Eva Barro García es natural de Sotrondio – San Martín del Rey Aurelio  (Asturias). Se licenció en Química en la Universidad de Oviedo y se trasladó a Madrid, donde sigue residiendo y trabajando.  Ha sido profesora universitaria asociada en la Universidad Complutense de Madrid durante veinticinco años y es profesora de Matemáticas y Química en Bachillerato, en el colegio La Inmaculada.

La pasión por la literatura le viene desde niña, lectora incansable y ya escritora en ciernes cuando ganó el primero de sus premios a los doce años en el Certamen Librería Sol de su pueblo. Su otra pasión, la enseñanza, se pone de relieve en numerosas de sus obras, donde el ambiente escolar se respira, más que se lee, al igual que los diálogos, que más que leerse se oyen; eso dicen algunas críticas. Colaboradora habitual de varias revistas literarias, es miembro de la Asociación Verbo Azul, de la Asociación de Escritores Complutenses y también de la Asociación de Escritores de Madrid.

A día de hoy cuenta con más de cien premios literarios, entre cuento y novela, de los cuales algunos han sido ya publicados: “Ecos de aula”, colección de relatos ambientados en la escuela, editada por la Editorial Celya, y tres novelas editadas por  Bohodón Ediciones: “Un álamo en otoño” (Premio Internacional de Novela Juan Valera),   “En el tiempo manso” (Premio Internacional de Novela Siglo XXI Alcorcón) y “Bárbara” (Finalista Premio Villa de Brunete-Dulce Chacón). En mayo del 2017 otra de sus novelas quedó finalista en el Premio de Novela Fernando Lara, de la Editorial Planeta, cuya edición se prepara.

Esta página es una ventana a mi mundo literario. También a mí me preguntan a menudo por los destinatarios de mis obras, ese consabido “¿para quién escribes?”

La respuesta no puede ser más sencilla y ni más amplia: dedico mis historias a todo lector que desee terminarlas, porque un cuento, una novela, cualquier relato, no se acaba hasta que alguien lo lee, lo interpreta y le da sentido según sus propias experiencias.

Dedicado a ti.

Una pequeña historia

Hubo una niña pequeña que pronto, muy pronto, aprendió a leer. No había muchos libros infantiles en su casa, así que releía los que le regalaban y les inventaba otros finales, se quedaba con los personajes a los que daba vueltas, les proporcionaba otras aventuras, incluso más compañeros de peripecias, mientras miraba con impaciencia y ansia aquellos otros volúmenes sin dibujos ni colores, pero llenos de promesas apetecibles escondidas en las apretadas letras negras, que aún no estaban a su alcance. Le encantaba ir al colegio porque allí contaba sus cuentos a las otras niñas, “no sé que les dice, pero las trae a todas a su alrededor” comentaba sor Dolores, la monjita que tuvo que rendirse a la evidencia el primer día de clase, cuando aquel comino parlanchín le demostró que leía de corrido y a quien tuvo que darle, como primer libro escolar, “El parvulito”, en vez de las cartillas de primeras letras, tan usadas.
A los siete años descubrió uno de sus principales paraísos y poseyó uno de sus mayores tesoros: el carnet de socia de la Biblioteca Municipal. A los doce, gracias a una magnífica profesora de literatura, la señorita Pilar, dio un paso gigante y empezó a escribir sus propias invenciones, imitaciones y revoltijos de cuanto leía y había leído, y ganó su primer premio literario en la librería del pueblo, la librería Sol. ¡Qué pena que no se conserve aquel texto! Ni tampoco la obrita de teatro que en aquel mismo final de curso escribió y se representó en el escenario del colegio Sagrada Familia, el elenco de actores, sus compañeras de clase. Sólo un recuerdo de aquellos diálogos: sonaban a los de Carlos Arniches, Miguel Mihura o Enrique Jardiel Poncela, que en aquel entonces se representaban mucho en la televisión y que procuraba no perderse.
En un momento de su vida universitaria, saltándose las normas, como cualquier estudiante alguna vez, dedicó una clase soporífera a escribir un texto en el que una colegiala corría alegre de casa a la escuela, haciendo sonar en su cajita de lata unas pequeñas tijeras de bordar, que bailaban entre los hilos de colores y un trapo destinado a ser muestrario de puntos de adorno y que nunca lo fue; una buena compañera le prestó después los apuntes. También por aquella época, empezó a coleccionar en un cuadernillo algunos pensamientos, frases propias o ajenas que le gustaban, y de las que se le quedó grabada una: “sea cual sea el futuro, me sé escritora”.
En el año 2000, a aquella niña, ya profesora, le llegó el primero de sus premios adultos, y sus cuentos empezaron, tímidamente, a ver la luz. También llegaron las novelas que sus compañeros de claustro y sus amigos le reclamaban. Y otra vez se le abrió un mundo nuevo, jalonado de premios, colaboraciones, publicaciones, firmas de ejemplares, y, sobre todo, grandes personas, amantes de la cultura y de los libros.
El hilo conductor de toda esta trayectoria: la literatura, a pesar de que su carrera profesional son las Matemáticas y la Química. ¿Cómo era la división aquella entre ciencias y letras? Sí, desde luego, algo demasiado artificial.

PREGUNTAS FRECUENTES

¿Por qué escribes?
Nunca hay una única causa y creo que éstas pueden ser comunes a todos los escritores. Escribo, en primer lugar, por el placer de hacerlo; la sensación de corregir un texto hasta que exprese lo que quiero y de la forma que quiero, no tiene precio. En segundo lugar está la necesidad de atrapar una historia, que nace como un destello instantáneo y que necesita desarrollarse y ser transmitida. Y no sé si en tercer lugar, o transversal a los dos anteriores, está el deseo de aprender, de comprender, de explicar y a veces hasta de justificar los porqués de algunas personas, de alguno de sus comportamientos; soy consciente de que los motivos que se me ocurren y que traman un relato, con mucha probabilidad no sean los reales, pero el encontrar una explicación plausible me es suficiente.

PREGUNTAS FRECUENTES

¿Siempre son mujeres tus protagonistas?
No, tal vez la pregunta la motive el hecho de que en mis primeras tres novelas publicadas lo sean, pero es una circunstancia. Es verdad que al principio en mis obras reinaban las mujeres y tiene una explicación lógica, siendo mujer, comprendo mejor su psicología, pero me preocupaba el tema y una vez que los lectores me convencieron de que los hombres secundarios de mis obras eran tan creíbles como ellas, empecé a darles más peso a los personajes masculinos, de hecho, “Un hombre normal”, tiene como protagonista absoluto a Arturo Antero Nogaleda, profesor de Física en excedencia. Creo que es mucho más importante la diferencia que crea entre las personas su profesión, por ejemplo, que el sexo.

PREGUNTAS FRECUENTES

¿Hay episodios autobiográficos en tus obras?
Cuando se compone un relato es inevitable dejar jirones propios, tanto en los hechos como en los personajes, pero de ahí a la autobiografía hay una distancia insalvable. Creo que el único episodio real que aproveché fue el enfrentamiento que tuve con el concejal de urbanismo del Ayuntamiento de Los Alcázares y que se plasma en “En el tiempo manso”. Imposible considerar que Loreto sea mi espejo… nada más lejos, lo saben quienes me conocen.